Es miércoles por la mañana y Verónica Corrales pinta un mural. Lo hace en la contrafachada de la capilla San Cristóbal, en Yerba Buena: una pared alta y sobria de ladrillos a la vista. Desde ese punto, el edificio corta el horizonte de cerros que se ven hacia el oeste, pero Verónica recupera las montañas pintándolas en el muro gigante.

La pintura en desarrollo consiste en un retrato del papa Francisco y se encuentra en el marco del “Circuito de Murales” impulsado por la municipalidad de Yerba Buena. La artista se encuentra realizando este trabajo cuando LA GACETA la entrevista por otros de sus desafíos dentro de la escena artística de Tucumán: su trabajo de diseño sobre la identidad visual del Norte Rock, probablemente el festival de rock más importante de la región que se realizará este sábado y contará con la presencia de Airbag y Babasónicos, entre otros.

Luego Verónica responderá las preguntas sobre ese tema, pero por ahora se concentra en este mural que comienza a ganar el paredón. De pronto suelta la brocha y camina hacia atrás, busca perspectiva, se aleja de la obra en proceso y la va descubriendo mientras retrocede: ve las curvas de pintura verde que devuelven el horizonte de cerros sobre los ladrillos; el cielo azul y sus nubes blancas; los contornos de un retrato del papa Francisco, aún sin colorear. Ahí donde había un muro, comienza a haber una obra.

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Verónica observa, respira lento, comienza a sentir el advenimiento de un milagro que ya conoce y nunca deja de conmoverla. Es media mañana y en esa porción de ciudad se intensifican las señales de un barrio vivo: las risas de los chicos que llegan desde la escuela, el saludo efusivo de los vecinos en las veredas, el aroma del pasto de la plaza, el viento en las ramas de los lapachos rosados, los pájaros y las voces.

Como quien tiene el don de operar el prodigio, la artista parece saber cómo dar ese paso que permite cambiar el ángulo y ver, ahí donde habita lo cotidiano, lo asombroso y trascendente: la identidad de las comunidades; la fibra histórica que las trajo hasta aquí con acento y modos; el temperamento flanqueado por un horizonte de montañas; las iglesias y sus plazas; las miradas, el sentimiento de pertenencia, el corazón de las personas del norte.

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Sabe que está absorbiendo algo de ese barrio, le pasó lo mismo en otros, por eso intuye que su obra es colectiva, la siente como una ofrenda. Ahí donde había un muro: el arte.

El Norte Rock

La artista tiene más de 15 años de trayectoria y sus murales, presentes en distintos barrios del Gran Tucumán y otras provincias del NOA, dialogan con la arquitectura y la historia local mientras exponen trazos que indagan en una puesta en común con la comunidad.

“Mi búsqueda pasa por mezclar nuestras simbologías antiguas con lo urbano”, dirá más tarde a LA GACETA en un descanso en sus labores y durante la entrevista sobre su trabajo sobre la identidad visual del Norte Rock. “Es un impulso por fusionar lo moderno y lo ancestral” agrega la muralista.

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Este año, "Vero" Corrales -así firma sus obras-  fue convocada para crear la gráfica del evento. La artista cuenta que los organizadores destacaron las características mencionadas de su obra como el motor que los llevó a convocarla, intuían que en esa mezcla respiraba una configuración sólida de la identidad del norte y querían darle al festival la potencia que se merece desde su anclaje geográfico y cultural.

Vero nació en Santiago del Estero pero vive desde hace varios años en Tucumán y su obra circula y afianza vínculos con el resto de las provincias de la región: Salta, Jujuy, Catamarca. En la descripción de su esencia, la artista menciona el monte santiagueño, las yungas tucumanas, las montañas de Jujuy, el carnaval, los trazos en las vasijas de pueblos ancestrales, la iconografía andina, los barrios populares del Gran Tucumán.

Forma parte del grupo artístico Ruido, junto a Fernando Gallucci. Juntos intervienen espacios públicos con murales, realizan serigrafías, calcomanías, diseños en indumentaria, muestras y diversos tipos de actividades y desarrollos para difusión de sus obras.

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La identidad regional

“La identidad del norte es muy fuerte”, estima. “Y eso se nota en la cultura y las áreas creativas. Se nota en la música, en el arte visual, en el cine. Frente a tanto centralismo es importante tener la fortaleza para dar a conocer el arte de aquí, nuestra manera de mirar el mundo”.

La paleta de colores de su trabajo para el festival dialoga con el azul y el celeste, con el amarillo y el naranja; probablemente el cielo y el agua, la cerveza y el calor. Sobre ese camino cromático, el Norte Rock se va poblando de símbolos.

En el arte del festival surgen las enredaderas y los helechos de una selva que trepa por micrófonos y guitarras; simbologías andinas entre cajones de cerveza convertidos en butacas; montañas y cactus al lado de personajes ultra urbanos, como nacidos del asfalto; latas sobre amplificadores y jóvenes al borde de la risa y el pogo entre flores de lapacho.

“Hay un concepto que nace de una investigación y un conocimiento”, dice Vero. “Para mí eso es lo fundamental en una obra y en cualquier proyecto que me involucre. Luego, para desarrollar ese concepto, hay diferentes técnicas”.

Además de la energía identitaria, los elementos digitales parecen latir con la fuerza y la textura de una pared: el nervio de un mural, un rasgo que se imprime en la obra de Corrales. La artista, que expuso además en prestigiosos salones y muestras a nivel nacional, reivindica su estirpe muralista: “Se dice que somos los obreros del arte”, describe en un momento.

FOTO ÁLVARO MEDINA/LA GACETA

Luego cuenta sobre el trabajo solitario de pintar un mural, los días de sol y los de frío, el arte a la intemperie; el trance meditativo y la inmersión en el paisaje sonoro de los barrios; el sumergirse lentamente en el entorno; el diálogo con los vecinos que agradecen la obra, los que la rechazan, los que acercan un vaso de agua o invitan una merienda, los que se acercan a contar sus vidas, sus alegrías, su dolor. Como si el arte abriera portales para que los barrios cuenten sus historias.

"En muchas ocasiones vamos a pintar en lugares que están abandonados, incluso convertidos en basurales", cuenta la artista. "Y cuando terminamos el mural hay otra mirada sobre el espacio, los vecinos nos agradecen e incluso sucede que nadie vuelve a arrojar basura en la zona  de la pared que intervenimos", revela.

Los tesoros cotidianos

Otra vez: Verónica suelta el pincel y retrocede, se aleja de la obra en proceso, busca perspectiva. Esta vez es el miércoles por la noche en un encuentro estudiantil de la escuela secundaria de Bellas Artes perteneciente a la UNT. Pinta un retrato homenaje a Rodo Bulacio, talentoso artista visual, performer y activista queer nacido en Monteros, asesinado en 1997 en un hecho que estremeció al mundo del arte local.

FOTO ÁLVARO MEDINA/LA GACETA

Verónica observa, respira lento, se acerca de nuevo a la magia del entorno: estudiantes subiendo a redes el proceso de su obra, dos chicos sobre el escenario en una batalla de freestyle, una efervescencia de kermés y adolescencia matizada por la cadencia sensible de pinturas y caballetes.

Probablemente intuye que va a llevarse de esa fiesta estudiantil algo para guardar entre sus tesoros, eso mismo que rescata de fiestas populares y recitales de rock; de las previas de la cancha y sus tribunas; de las peñas, de las plazas, de los parques y de los barrios. Eso que recupera de ahí donde la cotidianeidad tiene el peso de lo que configura identidad.

El Norte Rock, en sus gráficas, lleva impresos algunos de los tesoros de la región que Vero Corrales recolecta con sus experiencias e impulsa con su arte. Y este sábado, durante el show, en las visuales de pantallas y escenarios, tal vez podamos reconocernos un poco entre señales que nos constituyen.

El festival se realizará mañana 13 de septiembre en el Predio Castillo ubicado en Av. Perón y Bascary, Yerba Buena. Comienza a las 16 horas  y se extenderá hasta la medianoche. Contará con los shows de Babasónicos, Airbag y Silvestre y la Naranja, además de los músicos tucumanos de Vuelen Pájaros y Luciana Tagliapietra.